miércoles, 11 de mayo de 2016

LA SEDUCCIÓN DEL MIEDO

La realidad siempre asalta a la ficción y entorpece el sueño esperanzado, porque el futbol exige se le atienda con esmero y no permite cauce para la ligereza y alegría. Es solamente una fina llamarada de dragón, que señala un nuevo destino, sin reparar que el pueblo santista tenga o no la llave de los sueños.
Se quiera o no, se es el lugar siete y ya. El torneo corto ya respira encima de nosotros y debemos cambiarle el color a la ilusión, blindada esta vez con algunos rezos, incluso, ya en el mismo "Templo de las dudas", poco antes del primero y esperemos no único, partido de la fiesta estelar, donde disfrutar antes del ánimo de la gente es grande, porque es pueblo que se ilusiona fácilmente, que ríe en las adversidades y sabe que mostrarse fuerte atrae el auxilio de los Dioses.
Zubeldía es un buen hombre y un técnico que tiene su mérito. Ha calificado a un grupo de obreros del futbol, a jugadores que de cuando en cuando destapan sus esencias, que no son pocas pero que suelen ser demasiado irregulares, como Calderón que una noche conduce al equipo con claridad y toque de privilegio y que luego desaparece con el mismo tono de su piel. O su capitán, que se hace expulsar en forma ridícula, cuando debe ser ejemplo de control y mesura.
Ha luchado el DT por ubicar a Ulises y Rabello, par de jóvenes con empeines de seda fina pero que carecen de vigor anímico para mostrarse tal cual y se limitan a dos o tres lances en pinceladas. O Rentería, equipado con turbo para derrocar cualquier zaga por habilidad, velocidad o fiereza pero que suele activar el rol de estrella del rock en pleno partido y olvidar su vital protagonismo. Si ellos supieran lo que espera el gentío de su genio, parecerían apenados todo el día.
El equipo tiene potencial, como ha dicho su presidente; es cierto, sin embargo tiene la obligación de mostrar mucho más de lo que ofreció en los últimos dos partidos, con el joven Abella ocupando la banda de vez en cuando pero fallando siempre en sus centros, que van pasados o detrás del arco y encima, descuidando mucho su marca en balones altos o dejando espacio por no arriesgar el físico.
Hacen falta garra e inteligencia, como si se tratara de una cruzada personal, porque sus fans no quieren vivir a la sombra de un sueño, ni miradas vírgenes sobre realidades nuevas, ni quiere estar desempolvando la nostalgia a golpe del presente activo. Quiere enfrentar sus miedos con dignidad y con esperanza plena en que se puede convertir todo lo que parece normal, en un arte.
La gente lagunera, ojos de gacela, frente despejada, estará vigilante y quiere continuidad en el esfuerzo, porque el futbol es el espejo de su deseada felicidad.
Alejandro Tovar
Arcadiotm@hotmail.com

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