martes, 15 de marzo de 2016

SABOR A CENIZA

Revisar los medios después de los partidos, es reubicar frases y actitudes que son repetitivas y que por tanto, aburren a cualquiera, denigran el ambiente y lo van convirtiendo en una réplica permanente, donde se refleja que la contradicción humana es infinita, que los seres somos no sólo extraños, también paradójicos.
En esa compleja mezquindad, son comunes las huídas de la responsabilidad y los atajos que toman los protagonistas para burlar la verdad, en un recuento de frases trilladas donde la culpabilidad siempre se traslada de lo individual a lo colectivo y ésta sólo es producto de circunstancias, no de yerros y fallas claras.
En ese atropellado proceso de encubrimiento, resulta hasta indecente atribuirse un lugar de pureza ideológica, cuando a las espaldas se tienen los hechos irrefutables que se han visto en la cancha, así que la pretensión de jugadores, técnicos y hasta dirigentes resulta un insulto a la inteligencia de sus seguidores.
Un partido en ebullición plena provoca la inestabilidad emocional y las actitudes no siempre corresponden a la observación de las reglas mínimas, al respeto por el rival y al famoso fair play, porque se entiende que la confrontación exige un ejercicio de supervivencia, donde todo es carácter con muy poca finura.
Pero no todo es la guerra, también lo es la coherencia y la destreza mental para redefinir la posición de cada momento, lo que muchos llaman "saber ganar y saber perder", algo no sencillo de asimilar. Cuando la carga emocional por la derrota está encima, el hombre busca la forma de obtener una venganza, una revancha, o bien ir en búsqueda de paisajes con todo el ambiente de ubicar a los culpables.
El más cercano para todos es el juez.
Los fallos del árbitro poseen ese halo de misterio que lleva a sus víctimas a atribuirles oscuros motivos, cuando él sólo tiene un instante para decidir y ello puede definir el resultado pero sólo es un ser humano que trata de hacer su trabajo lo mejor posible. Los medios y narradores precisan de repeticiones variadas de la tv para encontrar su juicio y esa maravilla electrónica no la posee quien marca y todo el mundo se le viene encima. Es una lapidación.
Cuando declaran los artistas aún calientes, se nota su decadencia intelectual y su neurosis y tanto triunfo como atletas les quedan grandes como personas. Aún sabiendo que no es sencillo encontrar la tranquilidad y la mesura con un mal resultado, sería muy noble ubicarla en la sencillez y la humildad para dejar escapar declaraciones que provengan de una verdad que parece inalcanzable.
arcadiotm@hotmail.com

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