viernes, 5 de febrero de 2016

LOS REPORTEROS II (PARA RAFAEL SABORIT, CON UN ABRAZO)

Se comentaba hace una semana de la clarividencia de Higinio Esparza y Carlos Robles, gente inolvidable de El Siglo, periodistas por naturaleza, indagadores de la noticia con la posesión de una mirada de turista incansable y una memoria fotográfica, sin contar nunca ni por asomo de las maravillas que los profesionales del medio actual tienen, solamente con el aplomo de su oficio.
Enfrente de ellos estaban dos más que poseían la llave de los sueños, con el color y calor de su prosa obtenida con su intuición fuera de serie y su apego a buscar razones dentro de sí mismos, eran Arturo Cadivich y Eduardo Elizalde. El primero era fino en cada uno de sus movimientos, tenía clase para hablar y para dejar impresa las expresiones de un enterado que se mostraba esmerado en el trato al protagonista, al hecho, al amigo y desde luego al pulso de su máquina.
Elizalde era quien vivía con ligereza y alegría a la vez, él mostraba su estilo como la llamarada eterna del dragón, porque tenía ante sí cada caso de policía que desarrollaba con un estilo volcánico y novelizado, con los detalles del relator que ha pasado horas investigando, con el celo del profesional que no olvida los puntos finos ni desdeña los aspectos mínimos.
Con respeto para todos porque hemos visto muchos pero Alejandro Saborit era un estelar por inteligencia y estilo, porque abanderaba un formato que él mismo implantó, fue un adelantado a su tiempo y exhibía una clase que muchos no podían entender, pues era el galope de un corcel que superaba el tirón de vista de aquellos lectores comunes que no poseían el nivel cultural necesario.
Saborit, se fue demasiado joven, cuando no alcanzaba su punto de madurez, aún cuando para entonces ya le quedaba pequeño el nivel local. Luego le siguieron Cadivich y Elizalde, maestros a quienes debemos tanto y seguro que en la tierra del nunca jamás siguen escribiendo en su propio periódico. Robles e Higinio por fortuna viven mostrando su clase, no aceptan lo que su viejo admirador declara, sin darse cuenta de que fueron ejemplo de varias generaciones.
Conviene saber del pasado de este medio, de sus protagonistas que fueron figuras en un tiempo donde no existían maravillas como los teléfonos multifacéticos, ni las grabadoras, ni el internet, solamente la actualización, la lectura, el trabajo, la perseverancia y el apego a un oficio con la bandera de la inteligencia y el talento para jugar el ajedrez del periodismo sin tablero de por medio, sólo con la luz de quien escribe el testamento del pirata.
arcadiotm@hotmail.com

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