jueves, 25 de agosto de 2016

Al Larguero por: Alejandro Tovar Medina

Salvador Necochea trajo la primera división y con tal primicia, llegaron los sobresaltos, el vivir con el rosario cargando y las veladoras encendidas, era tal esa suerte de equipo debilucho, carente de recursos y materia prima, que si bien ofrecía tórridas batallas terminaba por sucumbir ante los clubes de mayor peso y planteles de superior jerarquía. Pero la gente siempre estuvo ahí, fiel. Afición de un pueblo que cuando cae, sabe levantarse, experto en sobrevivencia.
Con el Grupo Modelo y Don José Muguerza, saltamos al olimpo hace casi veinte años. Tocamos el cielo con Jared zurcando los aires y atesorando historia goleadora, con los centros de Jorge Rodríguez, la potencia de Rubio, Pedro, Paco Gabriel, el artista Wagner, el sello de España, las fintas de Guamerú, el vuelo de José Miguel, la prestancia de Caballero, la juventud de Nicolás, la furia de Adomaitis, el genio de Galindo, la sapiencia de Alfredo, todos cuidados por el Dr. Galván y el increíble arte renovador de piernas de Ricardo Luna, entre varios que se van del recuerdo. Con ellos y otros que fueron llegando para colgarse campeonatos, Santos se convirtió en una industria.
 
 
El TSM fue levantado como un homenaje para afición incomparable, gente especial que sabe vivir en el desierto feroz, que estableció nuevas reglas de lealtad y que ha conseguido que ahora la veneración se diera más por los héroes, que ya tiene más fuerza que el juego mismo. Pasó a ser un escenario de especulación y de una sola faceta, la triunfadora y de pronto, en ese afán de técnicos extranjeros, viniendo de un vacilante Cocca pasó al extravagante Caixinha, que también levantó copas, sin seducir, pero alcanzando los resultados. De ahí a Elvis Zubeldía.
Santos ya no provoca expectativa, esperanza y alegría. Ese público, su gran público, espera el domingo para que sobre el terreno, su equipo recupere los afanes de aventura y belleza, como parte vital de un espectáculo pleno pero lo que ha visto hace que termine como los jugadores, con la mirada hacia el piso y los lamentos saliendo por la ventana, con los jugadores y técnicos preparando las excusas o presagiando el camino más corto a la salida, como huída necesaria.
De la Torre iba para Toluca pero el destino lo enganchó en Torreón y tiene un reto de alto nivel, que lo consagrará en definitiva o le dejará en el punto de mira de la crítica y el olvido, porque posee la capacidad pero le falla su materia prima, todos vemos que hay contrataciones fallidas y jugadores que no encuentran ni su mejor forma, ni el futbol, exiliados de la fortuna y la confianza.

Entonces, la convocatoria debe ser para la gente, si es que se le puede pedir más luego de sufrir todo este tercio de un campeonato, donde con los malos resultados se apareja la sombra de los porcentajes. En esta licuadora donde van las evidencias actuales, la especulación, los números y el enojo, se salva el escudo que cada cual lleva pegado a su pecho, sobre su corazón, el logotipo de su equipo y por ello tiene que integrar una fuerza del mismo tamaño de su pasión para impulsarlo, ya no para crucificarlo. No es difícil saber que al apasionado se le puede solicitar que tenga objetividad, porque está unido a sus colores. Se deleitó en la élite y ahora mismo, antes de que el infierno pueda alcanzarnos, formemos una valla popular de apoyo y entrega, para que la intensidad del pueblo por su equipo incite a que De la Torre y Santos, muestren una mejor cara.
Esa que todo santista quiere ver, para sonreír plenamente, como sólo ellos saben hacerlo, porque en el fondo, todo mundo quiere que el futbol siga siendo causa de su alegría. Hagámoslo juntos. Por más que el juego sólo sea de los jugadores, en la tribuna se agitan los corazones.
 
arcadiotm@hotmail.com

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