Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus
horizontes, sino al contrario, para encerrarse en una zona de confort,
donde el único sonido que escuchan es el eco de su voz, donde lo único
que ven son los reflejos de sus propia cara.
Sin embargo, en el tiempo de la tecnología y modernidad, uno
buscaría que la cultura mediática estuviese cada día más ligada hacia
los que se fueron, que con el tiempo lográsemos comunicarnos con ellos,
sin necesidad de irnos también los que ahora quedamos sufriendo en este
mundo convulsionado.
La Cuarta Ola de Alvin Toffler (1928-2016) nos instala en un
entorno inteligente donde los sujetos estamos arribando de a poco a un
mundo de transhumanismo, como secuela de la información que llega con la
tecnología acelerada y sin freno, restringidos por limitaciones
biológicas, físicas, mentales, intelectuales y espirituales y seremos
transformados, no solamente el mundo.
Si la computadora realiza nuestro poder mental y ese tal entorno
inteligente puede cambiar la química de nuestros cerebros, ojalá que los
microprocesadores y microcomputadoras que predijo Toffler llegarán para
dominarlo todo lleven consigo un detalle que nos lleve al mundo de la
juventud extrema para andar jugando en los llanos de Lerdo, futbol de
pobres, con botines usados, pelota prestada y colores disparejos con los
viejos amigos de la prepa y perseguir muchachas los domingos en la
plaza, con tres cervezas encima y tacos dorados para cerrar la semana.
Toffler solo predijo futuro. Se olvidó de la nostalgia.
arcadiotm@hotmail.com
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