Para Raúl Zugasti Reyes, periodista noble y hombre cabal
Jared Borgetti apareció en los campos de Santa Rita con un VW Golf en
1996, rojo sangre. Sonreía con facilidad y se le adivinaba encima del
entusiasmo natural de joven. El DT en turno, Alfredo Tena le dio de
inmediato la posición titular como centro delantero, venía del aun Atlas
siempre necesitado de plata, que lo vendió a Santos al primer intento.
Era humilde y hasta tímido, a menudo reservado, guardaba su expresividad
para la cancha.
Multiplicó la ilusión de su futuro de a poco, con goles como llave de
sus sueños, sabiendo siempre que mostrarse fuerte atrae el auxilio de
los Dioses y fue contando con un grupo que jugaba en razón de su
instinto de goleador de raza, que eliminaba todo lo superfluo y encaraba
con fe para vivir plenamente en el área, frente al arco, dotado de una
visión natural que le permitía estar en el sitio necesario para
impactar.
Pocos meses después el clímax. Nicolás lo mira como un águila y le
dibuja un centro al que se lanza de frente para aniquilar todo esfuerzo
de Navarro. Caía el Necaxa y se izaba Santos a su conjuro. Un cabezazo a
la gloria y elpueblo santista a la histeria, con un recuerdo que es
palpitación eterna. Jared el eterno ídolo de la vieja cancha
verdiblanca, donde todos escuchábamos la respiración de propios y
extraños, su terreno de conquista, el sitio donde se esconden aún los
gritos de las grandes tardes en domingo, con todas las cámaras captando
los niveles de su alma, con la frente despejada, con los ojos de gacela,
con el pique y el vuelo, con el cuello impulsor.
El resto es historia. Goles para marcarle la vida por siempre.
Cifras, números, selecciones, con un poder que sólo tienen los
privilegiados del futbol, que es como una droga que crea adicción para
la gente y para los que lo poseen. Potencia, presencia, espíritu pero se
fue porque nadie es eterno y ahora mismo es solamente un vendedor de
nostalgias pero dejando en claro que el paso de los grandes siempre deja
firme su huella.
Convertir lo normal en arte es sólo propio de gente diferente como
Jesús Martínez, del Grupo Pachuca que creó el Salón de la Fama y ha
convocado a Jared para entronizarlo junto a grandes figuras y aunque
formamos parte de una sociedad que tiende a condenar el talento y éxito
ajenos, nadie de los que pudimos disfrutar de los goles de Jared podemos
dejar de lado semejante distinción, porque es ya uno de los nuestros y
su culminación hace más grande la historia propia y de Santos Laguna,
que se asoma así a la ventana exitosa, ésa que han dado tantos hombres
que han portado su casaca y que al nombrarlos podríamos olvidar algunos,
por eso mejor recordar a todos como vayan apareciendo en la luz de la
memoria siempre agradecida con los héroes de su club.
arcadiotm@hotmail.com
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