miércoles, 23 de marzo de 2016

MIEDO Y DIGNIDAD

Aunque no guste aceptarlo, en estos tiempos difíciles leer se relaciona cada vez más con una cultura en extinción, de tal forma que las entregas en diversos medios va directamente mostrando luces rojas de ignorancia y mucha de ella se acumula porque estudiar y prepararse responsablemente ya no es prioritario para quienes esos afanes debieran ser rutinarios y algunos que lideran la audiencia por la fortaleza de su empresa o por fama ganada en años, habitan en zonas de limbo periodístico, son clases superiores que tienen ya, todo permitido.
Los seres comunes que no volamos en caballo blanco el mundo, al no tener una voz que cuente o un voto que valga, debemos aceptarlo todo, porque se carece de verdaderas alternativas y se debe aceptar sus versiones como vengan y todo queda solamente en quejas como pequeños gritos de fin de semana, con el eterno deseo inválido de que esos medios que jamás han procurado dejar de ser lo que son, pudieran convertirse, desearíamos, en ser lo que no son.
 
En ese medio entonces, cuando se miran los sucesos bipolares de la jornada te encuentras con que hay demasiado campo para investigar e informar, situación que nadie o muy pocos aprovechan, sumergidos en una vida de rutina que termina por confundir más al auditorio, gente con números en los brazos, prisioneros en el campo de concentración de un periodismo que no enfrenta sus miedos con dignidad y sólo reitera sus limitantes de talento y la escasa adicción profesional.
Epicuro decía que "nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para que uno se ocupe de su propia alma" y quizá a muchos elementos de los medios famosos les vendría la frase, para que ajustados a la obligación básica de estudio y trabajo, brindaran mejor nivel de calidad en las informaciones, donde el periodista realmente lo sea y vivan sin máscaras, dotados de sinceridad auténtica.
 
El avance tecnológico tan espectacular como vertiginoso ha puesto en jaque al sector, con la restricción publicitaria tan notoria pero las respuestas son el recorte de plazas y presupuestos, cuando debiera ser la búsqueda de la calidad como prioridad y el estímulo del talento para un desarrollo que les garantice con entrega de alto nivel, no solamente la estabilidad, sino un camino de supervivencia feliz.
 
arcadiotm@hotmail.com

martes, 15 de marzo de 2016

SABOR A CENIZA

Revisar los medios después de los partidos, es reubicar frases y actitudes que son repetitivas y que por tanto, aburren a cualquiera, denigran el ambiente y lo van convirtiendo en una réplica permanente, donde se refleja que la contradicción humana es infinita, que los seres somos no sólo extraños, también paradójicos.
En esa compleja mezquindad, son comunes las huídas de la responsabilidad y los atajos que toman los protagonistas para burlar la verdad, en un recuento de frases trilladas donde la culpabilidad siempre se traslada de lo individual a lo colectivo y ésta sólo es producto de circunstancias, no de yerros y fallas claras.
En ese atropellado proceso de encubrimiento, resulta hasta indecente atribuirse un lugar de pureza ideológica, cuando a las espaldas se tienen los hechos irrefutables que se han visto en la cancha, así que la pretensión de jugadores, técnicos y hasta dirigentes resulta un insulto a la inteligencia de sus seguidores.
Un partido en ebullición plena provoca la inestabilidad emocional y las actitudes no siempre corresponden a la observación de las reglas mínimas, al respeto por el rival y al famoso fair play, porque se entiende que la confrontación exige un ejercicio de supervivencia, donde todo es carácter con muy poca finura.
Pero no todo es la guerra, también lo es la coherencia y la destreza mental para redefinir la posición de cada momento, lo que muchos llaman "saber ganar y saber perder", algo no sencillo de asimilar. Cuando la carga emocional por la derrota está encima, el hombre busca la forma de obtener una venganza, una revancha, o bien ir en búsqueda de paisajes con todo el ambiente de ubicar a los culpables.
El más cercano para todos es el juez.
Los fallos del árbitro poseen ese halo de misterio que lleva a sus víctimas a atribuirles oscuros motivos, cuando él sólo tiene un instante para decidir y ello puede definir el resultado pero sólo es un ser humano que trata de hacer su trabajo lo mejor posible. Los medios y narradores precisan de repeticiones variadas de la tv para encontrar su juicio y esa maravilla electrónica no la posee quien marca y todo el mundo se le viene encima. Es una lapidación.
Cuando declaran los artistas aún calientes, se nota su decadencia intelectual y su neurosis y tanto triunfo como atletas les quedan grandes como personas. Aún sabiendo que no es sencillo encontrar la tranquilidad y la mesura con un mal resultado, sería muy noble ubicarla en la sencillez y la humildad para dejar escapar declaraciones que provengan de una verdad que parece inalcanzable.
arcadiotm@hotmail.com

lunes, 7 de marzo de 2016

LA TACTICA DEL CAMALEON

Por Alejandro Tovar 

Para Julián Ernesto Sánchez Tovar


Las ilusiones del hombre común, suelen ser como el vuelo singular y mítico del dragón que no pierde energía ni combustible para sus llamaradas de esperanza y por ello escapa de su existencia rutinaria, refugiándose en el futbol, donde oculta sus miserias individuales y asume la militancia al colectivo que se viste como él, quizá pensando que entre muchos, la alegría se hace masiva y se disfruta mejor, así que igual podrá atenuar las penas, si surgen, porque el miedo nunca muere.

Este juego es un devorador de emociones, tiene consigo el olor del peligro y como ente con vida propia, siente que escandalizar es un derecho y un placer, que sabe bien que el gentío estará atrapado desde antes que empiece a rodar la pelota y va a generar, como un río, un flujo de sentimientos diversos, donde la ilusíón siempre es perseguida, incansablemente, por duendes negativos.

Los jugadores repasan sus cábalas, traumas, fantasmas y oraciones desde que comienzan a vestirse, parecen relajados con el alto volumen de las cumbias pero en realidad palpitan inquietud, más que confianza, se saben actores de un reparto singular y único, que llegarán vestidos todos igual a la cancha para una obre muy especial, donde representarán cada cual su propio papel y serán tema a discutir.

El rol básico es el de no darse por vencido, debe ser un obsesivo que mira más las pérdidas que las ganancias y que está obligado como profesional a defender su casaca con dignidad y honor, porque además sabe que cada movimiento que realice es vigilado por decenas de cámaras que le desnudan con la lente poderosa y que descubren con su riqueza técnica, todos los niveles de su alma misma.

Enfrente del arquero de sueter vistoso están los defensores, que son militantes y exigentes, fuertes y duros, implacables para la marca, de mal carácter que soportan todo, menos que alguien pretenda pasar con todo y pelota, ¡eso nunca¡. Más adelante viene el ordenador de juego, el organizador y creador de futbol, que posee una belleza nada forzada y maneja la pelota con maestría y elegancia.

Los atacantes quisieran ser invisibles para llegar al área y sorprender, ellos tienen ojos de gacela y frente despejada, se escurren como anguilas, como agua entre los dedos y frecuentemente se les confunde, por su vida de fama, con los estrellas del rock. Viven frente al arco, en el rectángulo de la muerte. Ahí mismo.

Y el estadio de esa gente, no es un espacio cualquiera, es una meca de pergrinaje semanal, un almacén de mitos, una bandeja de lágrimas, con sonidos de eco por cada grito, por cada llanto. La cancha, su cancha, tiene su propia personalidad y atesora las huellas de todos los héroes de siempre.